sábado, 15 de noviembre de 2008

EN EL DÍA DEL PERIODISTA

Gabriel García Márquez, un costeño especialista en mamar gallo y escribir novelas que después son llevadas al cine por productores extranjeros, dice que el periodismo es el oficio más hermoso del mundo. Y tiene toda la razón, ninguna ocupación como esta nos permite acercarnos a las mujeres más hermosas de Colombia para entrevistarlas y obtener de ellas las respuestas más profundas y reflexionadas:
Que la persona a la que más admiran es a la Madre Teresa de Calcuta, aunque no estén seguras de si Calcuta queda en China, en Madagascar o es un corregimiento de San Vicente de Chucurí.
Que durante su reinado se dedicarán a realizar desfiles con el fin de conseguir recursos para los más pobres, como los que el gobierno de Cartagena esconde durante el reinado para que no salgan en televisión.

Por eso estamos felices de la pelota al culminar este diplomado que nos ha permitido mejorar nuestra práctica profesional, no importa que nos sigan pagando lo mismo… si es que nos pagan. Aprendimos muchas cosas, por ejemplo, que la fidelidad conyugal es un gran valor que tenemos que preservar, porque si no se arma un lío el macho a la hora de repartir todas las riquezas entre la titular y las provisionales. Afortunadamente en nuestro gremio todos somos fieles y todas mantienen muy ocupadas.

Además en el periodismo la ética es a prueba de todo. A prueba de reelecciones, a prueba de contratos por varios años, a prueba de despidos… pero no es a prueba de balas. El profesional de la comunicación ejerce su trabajo porque le apasiona y también porque de eso vive… y bebe. Aunque no podrá beber mucho si los precios de los artículos de primera necesidad siguen subiendo. Por eso es que a muchos nos toca volvernos todoterreno y aprender a pintar casas a domicilio, a amansar suegras, a sacar perros a miar, a cuidar mujeres casadas, a enderezar puntillas, a rajar de los ausentes, a remendar máquinas de moler, a catar aguardiente.

Mientras tanto nuestras esposas sí trabajan en algo serio para llevar el mercado a la casa. Y no es que seamos unos mantenidos, pero muchos se pasan todo el día sentados en el parque dizque haciendo observación para descubrir la noticia desde un punto de vista que a nadie más se le hubiera ocurrido. Y después llegan a la casa – no sé a cuál – con el cuento de que estuvieron camellando todo el día.

El periodismo en Colombia es la más clara muestra de que este es un estado democrático. Cualquiera lo puede ejercer. Y para hacerlo no se necesita adquirir la experticia que da la reportería o el bagaje que ofrece la academia. Sólo se necesita la cédula. Al menos eso se puede colegir de lo que dice una ley expedida con meros efectos declarativos.

Eso sí. Aquí todos somos objetivos: objetivos de críticas y amenazas, objetivos de cobros judiciales, objetivos de demandas por alimentos, objetivos militares. Esa objetividad nos sirve para no caer en el error de calumniar o mancillar el buen nombre de alguna persona. Y si llega a ocurrir, pues nos retractamos.

Que más le podemos pedir a la vida, además de seguridad social, viáticos, primas técnicas, días de descanso, buen salario, cesantías, crédito para vivienda, educación o vehículo, derecho a la huelga, derecho a la vida… nada más. Estas son razones para decir: que vivan los periodistas, aquí y en todas partes.

Muchas gracias.

1 comentario:

Petunia Wollstonecraft dijo...

excelente ironia y redaccion.

Saludos desde Chile.

Karol C. Vergara Rojas